domingo, 1 de noviembre de 2009

Carta de una ex alumna a la Escuela Nº3

En este día tan especial, deseo transcribir algunas vivencias pertenecientes a mi infancia, transcurridas en esta querida escuela, las cuales constituyen parte del tesoro que guardo en mi memoria, y que considero, recuerdos felices. Tal vez son intrascendentes para otros, pero forman parte del bagaje de experiencias, conocimientos y emociones básicas sobre las cuales, junto a otras, se estructuro mi personalidad.


Recuerdo la emoción de entrar, como invitada, por primera vez a una escuela a mis casi 6 años siendo esta la vieja escuela, con su ombú gigante, y la enorme ternura con que me recibió la maestra de mi amiga Lidia, con la cual fui de visita, la señora Beba Costa.


Recuerdo la fortuna de comenzar Primer Inferior en esta escuela que se inauguraba, flamante y bella, donde todo olía a nuevo y en la cual me esperaban un grupo de compañeros y una hermosa maestra, amorosa y firme, quien me enseño a leer y escribir, a tener hábitos de orden, de cortesía y mejorar el idioma dado que se me mezclaba la lengua materna, el Italiano, razón por la cual yo me comportaba como una niña tímida e introvertida: la señora Marta Beheran.

Recuerdo el primer labor que tuve en la vida, mi libro de lectura: "Piruetas". Con el aprendí a leer y comencé a cultivar el amor a la lectura.

Evoco el gozo que nos producía a mis compañeros y a mi, que nuestras maestras se sumaran a los juegos durante el recreo; juegos tradicionales como la palmadita, el anillito, la farolera, déjenla sola, un patito muy presumido, Martín pescador, el gato y el ratón, etc.


Recuerdo con amor y gratitud los docentes que pasaron por mi vida: Quelita Lalli, Lidia Giamberardini, Marta Álvarez, Maria Cristina Argota y a quien nombre anteriormente mi 1er maestra Marta Beheran.


Recuerdo no querer faltar nunca a la escuela, no importaba ni la lluvia, ni el barro ni las heladas. Allí íbamos con mi querida amiga y vecina Lidia Lucarelli, cruzando el campo para llegar rápido, sorteando cardos y abrojos, pisando los charquitos helados, temerosas de que nos topara alguna vaca.

Recuerdo el incomparable tazón de mate cocido, dulce y calentito, preparado por doña Minga, la portera del turno mañana.


Recuerdo la enorme distinción que significada ser designada pro la señorita para tocar la campana que llamaba al recreo, pasar a borrar el pizarrón repleto de cuentas u oraciones, o traer y llevar el registro de asistencia, de la Dirección al salón y viceversa.


Recuerdo la caja repleta de "juguetes comprados" que ponían a nuestra disposición para jugar en el recreo y a los cuales había que cuidar. Ella guardaba tacitas de te, platitos, un roperito, una camita, y un juego de silloncitos de pana verde! Como nos los disputábamos!! Inolvidables momentos!

Valoro el amor a la Patria y respeto por los símbolos que me inculcaron mis maestras. Que orgullo no faltar un solo día a clase durante el año... que honor recibir un libro como premio con la dedicatoria de la maestra y el sello de la escuela, por tener asistencia perfecta.


Recuerdo la niña que fui, en sexto grado, abrazada al mástil, entristecida por tener que dejar la escuela y el claro y firme propósito de ser docente y volver a ella como tal.


Querida escuela, en mi memoria hay aun muchísimos recuerdos de esta etapa de mi vida. Creo que los detallados son más que suficientes. Solo me resta expresar que por los valores y conocimientos aprendidos y el inmenso afecto recibidos a través de mis educadoras, las cuales con su desempeño honraron la docencia, me siento orgullosa de ser tu ex alumna.

¡FELIZ CUMPLE AÑOS QUERIDA ESCUELA!

Maria Teresa Spoltore

1 comentario:

  1. Hermosa carta!!! Felicitaciones por los 125 años de vida!
    Recomiendo que cambien el tipo de letra para una mejor lectura de la misma.

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